Comencemos forjándolos un cuadro mental, por un momento.
Hazte de cuenta que estás al volante de un auto pequeño y conduces solo por la
carretera. Acabas de pasar por un pueblecito llamado Pubertad, pero ahora, te encuentras
nuevamente en la carretera principal, y a mano derecha, divisas un letrero que
lee:
“Ciudad de los Adultos, ocho años hacia adelante”. Viajas
por la carretera a gran velocidad, a unas 55 millas por hora, rumbo a esta gran
ciudad nueva, de la que tanto has oído hablar.
Pero al tomar una curva, de repente, alcanzas a ver a un
hombre que hace señales con una bandera roja y sostiene en alto un letrero de
peligro. Te hace señas para que te detengas lo más pronto posible; así que,
frenas de golpe, el auto patina, y al fin logras detenerte, justamente frente
al hombre de la bandera. Este, se acerca al auto, y al llegar a la ventana te
dice: “Amigo mío, tengo que decirte algo muy importante. Como a una milla más
adelante, se ha desplomado un puente, y lo que hay es un enorme risco con un
enorme risco con un oscuro abismo en el fondo. Debes conducir con cuidado, o de
lo contrario, llegarás hasta el borde de la carretera y caerás en ese abismo, y
si esto sucede, nunca llegarás a la Ciudad de los Adultos”.
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